sábado, 10 de febrero de 2007

Más guapo que Picio

Llamarse Pitín Cifuentes Olarte es sinónimo de una adolescencia desesperante. Sin embargo, superados los traumas causados por el sinfín de motes como Cienfuentes, Pitón o el odioso e impertinente Pichín, los años me han traído a una verdad aún más aterradora. Sé que está mal que yo lo diga, pero la verdadera fuente (cien fuentes) de mis desdichas ha sido y será siempre mi físico. Nadie puede hacerse a la idea de la cantidad de problemas y sufrimientos que supone ser tan rematadamente guapo.

Siempre he sido guapo. Muy guapo. Odiosamente guapo. Y supongo que lo he sabido siempre. No resulta muy difícil cuando tu pelo es más rubio que el de los niños de los anuncios y tus ojos mucho más verdes. Cuando señoras desconocidas asaltan a tu madre en el supermercado para retorcer tus rosadas mejillas diciendo sin parar "pero qué niño más guapo, qué guapísimamente guapo que es este niño". Cuando todas las niñas de tu clase se quedan mudas al dirigirles la palabra y corren como locas a comentarlo con sus amigas mientras te miran, ríen y te vuelven a mirar.

No negaré, e incluso sí afirmaré, que al principio esto de ser tan guapo me parecía maravilloso. En cuanto entré en la adolescencia las niñas más guapas (porque, quizás por ser tan guapo, siempre me han gustado las niñas guapas) empezaron a querer salir conmigo. Incomprensiblemente, al poco tiempo no tenían suficiente con que fuera guapo y empezaban a quejarse de todo hasta que se marchaban con otro más feo que yo. Eso me daba mucha rabia. Así aprendí que, en realidad, las chicas guapas prefieren a los feos. Al menos a los más feos que yo. ¿Cómo si no explicar su incomprensible comportamiento?

Lo intenté todo para parecer feo. Empecé a descuidar mi imagen y a vestir desaliñado. A mostrarme esquivo con las chicas. Pero eso no hizo sino empeorar las cosas. Cuanto peor pinta tenía más pronto atraía a las chicas, y cuanto más las atraía antes se cansaban y se buscaban su feo.

Pasaron los años y creí asumir muchas veces mi exultante belleza. Pero antes o después una compañera de clase o de trabajo, una profesora o incluso la madre de un amigo me devolvía a la realidad. Estaba condenado a ser un guapo fugaz y no había remedio.

Hasta que escuché una conversación en el tren. Una muchacha, físicamente poco agraciada, para qué lo vamos a negar, le explicaba a otra que se había echado un novio por internet. Jamás se habían visto, pero sabía que eran almas gemelas. No pude averiguar mucho más ya que, al percatarse de mi presencia, empezaron a mirarme y hablar en voz baja. Lo de siempre en el tren. Pero sabía lo suficiente. En internet nadie sabe que eres guapo.

Sólo me faltaba dar el paso más importante. Escoger mi nombre en clave. Una vez me hube comprado un ordenador último modelo (con caja transparente llena de lucecitas, nosecuantasmil gibas y tropecientos roms) y tras tres meses de espera para que me instlaran una A de ese L de 20 megans, empecé a darle vueltas al asunto. Aunque había oído decir que se llamaba nif, mi número del carné no tenía suficiente personalidad para ser el nombre de mi nueva vida. Así que pensé en poner mis iniciales, pero llamándome PCO corría el riesgo de que se pensaran que mi nombre real era Paco, algo totalmente inaceptable. Finalmente opté por usar un acróstico. Mi nueva vida estaba a punto de empezar y mi nombre sería insólito y sin sentido, pero sólo mío. Me llamaría Picio.

6 comentarios:

Norma dijo...

Gracias a dios que ya le han instalado la A de ese L a Pitín, que ya estaba tardando

Bienvenido Picio!!!!!!!

XDDDDDDDDDDDDDDDD

maps dijo...

Ya nos irás contando como te Picio....Suerte en la internete

kutxi dijo...

Me ha llegado al alma Picio, me siento tan identificado! :-D

gotomax dijo...

Si es que según voy leyendo más ganas tengo de empezar la segunda entrada...menudo cartel de personajes, jajajaja!!!!
Picio, prepárate que vienen curvas!!

Anónimo dijo...

Jajaja. Me he reído mucho con Picio. Este guaperas promete mucho también.

dalr dijo...

Gracias muchachos. Picio y sus indudables dotes para las ciberrelaciones nos depara muchas sorpresas. En lo físico, Kutxi, por supuesto que me he inspirado en ti, pero para darle emoción me he inventado lo de los traumas. Ya sé que tú lo asumes con naturalidad :D

Goto, no te cortes y cuando quieras entra la segunda, que las curvas molan.