viernes, 23 de febrero de 2007

Augustito: On the Road

Estaba supercontento porque iba con mi padre de copiloto a Barcelona y eso mola mil o más. Barcelona es una de las ciudades más importantes de Europa, como Carabanchel (Alto). Bueno, Carabanchel (Alto) es un barrio y además no hemos hecho los juegos olímpicos todavía, pero a mí me gusta más Carabanchel porque en Carabanchel soy un tío conocido y en Barcelona si preguntas por mí la gente se encogerá de hombros o como mucho te dirán que ellos conocen al Manel, "el ulleres", pero a mí no. "Ulleres" es gafas en un idioma que tienen las personas barcelonesas para ellos solos porque así se entienden ellos.

El caso es que ibamos mi padre y yo en el camión Manolito y yo me empecé a marear y el camión Manolito me empezó a dar vueltas. "Manolito, estás blanco, hijo. Vamos a parar un rato, anda". Yo le dije que no, porque sé que a él le gusta tardar poco para poder volver a casa con mamá, el Imbécil y el abuelo, pero me dijo que ibamos a parar porque ya me conocía y no quería que le vomitara en el camión como siempre porque luego no había quien aguantara la peste. Que te hable así un padre no es lo más molón del mundo, qué quieres que te diga, y a mí se me hizo un nudo en el estómago y se me llenaron los ojos de lágrimas, pero me aguanté porque mi padre, en este caso concretísimo, tenía más razón que un santo dos pistolas como dice el Imbécil, que se hace un lío con los refranes, el pobre.

Nos paramos en un pueblecito muy pequeño y había vacas y burros y animales muy raros. Mi padre me dijo que no eran raros, que lo que pasa es que yo era un niño urbanita que no había visto más animal en mi vida que la Boni (que es la perra de mi vecina la Luisa). Yo le dije que no era un urbanita de ésos porque me sonó fatal y porque me da mucha rabia que me llamen cosas que no sé qué son. Lo que pasó fue que mientras tomábamos el aire fresco de aquel pueblo, que era mucho más fresco que el aire fresco de Carabanchel según mi padre, empezamos a oír ruidos en el camión Manolito. Eran ruidos supermisteriosos como gruñidos terribles y yo le dije a mi padre que habría que consultar con científicos de todo el mundo para que averigüaran de donde provenían esos gruñidos que eran de ultrarumba y lo mismo ni lo averigüaban. "¡Ya se me han metido en el camión!" dijo mi padre. Yo abrí mucho los ojos porque era increíble que mi padre resolviese misterios que ni los científicos mundiales podían resolver.



Augustó despertó sobresaltado. La luz del sol invadió la oscuridad del camión y pudo ver como cuatro siluetas saltaban gritando desde el camión. Cuando tomó conciencia de dónde estaba vio a un señor acompañado por un niño con gafas que le miraba con la boca abierta. "¡Fuera de aquí! ¡Venga, largo! Y da gracias a que está el niño delante, que si no...". Pensó que lo mejor sería hacer caso a ese hombre, que debía ser el chófer del camión y tenía cara de pocas bromas, y salir corriendo de allí como habían hecho sus más avispados compañeros.

Estaba en un pueblecito muy pequeño. Pero con bar. Era cierto lo que le contaba su madre de pequeño. En España podía no haber farmacias en todos los pueblos, podía no haber médico, pero el bar era impepinable. Entró a pedir agua, ya que no tenía dinero para pedir ninguna otra cosa. Desde el mismo momento en que entró por la puerta notó cómo el camarero le miraba de un modo extraño. "Ya le dije a su familiar que se había ido del pueblo". "¿A mi familiar?" ¿De qué hablaba este tipo? "Sí, al chico joven. Seria familia d'usté porque se parecía mucho, pero más joven. Aunque igual me equivoco, porque aquel no parecía un muerto d'hambre, no sé qué pontichen dijo que se llamaba." "¡¿¿Gonzalo??!" "Sí, eso, Gonzalo Pontichen. ¿Y usté quién es?". "Mi nombre es Augusto, soy su padre. Necesito encontrarle, ¿sabe usted dónde está ahora?" "Digo yo que estará en Barcelona, porque le dije que el Urpiano estaba allí. Pero a usté no le pienso decir ná porque nos ha dicho el Urpiano que nos callemos la boca". No parecía el camarero más despierto de la comarca, desde luego. Augusto sonrió y se dispuso a sacar partido de la situación.

Hora y media después Augusto llegaba a Barcelona en el coche de línea que enlazaba la gran urbe con el pequeño pueblo y llevando, además, 56 euros con 39 céntimos en el bolsillo. Mientras tanto, el Fulgencio oía el "arradio" en su bar mientras pensaba en la gran suerte que tenía de llevar una vida tan tranquila, no como el pobre hombre ése que andaba detrás de su chiquillo, que se había escapado de un manicomio, para llevárselo a ver a su madre. Aquello era duro. Aunque claro, como había dicho el tal Augusto, ¿qué otra cosa podía hacer? No le iba a negar a su señora, moribunda como estaba, el poder ver a su hijo por última vez. ¿Y qué otra cosa podía haber hecho él mismo? ¿Acaso podía haberle negado la ayuda a aquel desgraciado? Fulgencio sólo lamentaba no haber tenido más dinero en la caja.



Nota: la primera mitad del capítulo es un homenaje al personaje creado por Elvira Lindo, Manolito Gafotas, que tantísimos buenos ratos me ha dado.

10 comentarios:

Norma dijo...

Iba a preguntarse si te habías encontrado a Manolito Gafotas en Carabanchel Alto, pero ya veo que sí. Descubrí sus libros por mis hijos, por el colegio, y me reí un montón :)


Hombre con recursos, Augusto, je!

dalr dijo...

Yo he caído cuando ha dicho lo del imbécil. Grande Manolito, y grande Augusto que hasta yendo de okupa en un camión se entera de en qué pueblos tiene que pararse para seguir el hilo de la historia :D

Auror dijo...

Mola¡ Mola¡ Ya casi estas en Barcelona.

Auror dijo...

Perdon. En el Borne¡¡¡

Auror dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
kutxi dijo...

No, casi no. Estoy en Barcelona, que quede clarinete. Que el otro día creía yo que estaba en Barcelona y llegó Urpiano y me hizo irme de excursión al campo. :-D

La verdad es que me está resultando esto más interesante de lo que pensaba a priori. Es un poco como hacer un puzzle: yo encajaría esta pieza en tal sitio, pero no cabe, así que hay que buscarse las vueltas y poner cada pieza donde encaje.

maps dijo...

Habrá que darle un tapaboca al Fulgencio... Que le habrá contado a Augusto?

dalr dijo...

Sí, Kutxi. Yo al principio pensaba que habría más intercambio de mensajes en los comentarios confabulando líneas argumentales, pero al final resulta que hemos optado por ir tirando guantes a ver quién los recoge. Mucho más interesante, dónde va a parar. Y encima parece que los invitados se lo pasan teta viendo cómo se van ligando las historias. A mi Picio se me ha ido totalmente de las manos y está tomando vida propia, el muy... Me encanta!

Anónimo dijo...

pues mira que me ha recordado mucho a Jonathan Safran Foer...

me ha pikado el gusanillo, tendré que empezar desde el principio para ver qué es estoooooo

mola!! :P

:*

Anónimo dijo...

Por cierto, soy de Altet y el bar mencionado, es el local social del pueblo. Hace funciones de ambulatorio y biblioteca.
También hay una piscina municipal annexa al local, que a los que hablamos con ese idioma nos viene muy bien para refrescarnos. Además ...