miércoles, 21 de febrero de 2007

Días de vino y violetas

Pitín abrió los ojos algo desorientado. Reconoció enseguida el poster del Capitán Trueno que adornaba la pared frente a la cama. Lentamente, el resto de la habitación se fue dibujando a su alrededor. Debía ser tardísimo, pero había dormido tan bien... Sin duda aquel maravilloso jamón le había sentado divinamente. Y qué decir del vino... Ahora empezaba a recordar con claridad. Había estado charlando un buen rato con el tabernero sabio. Urbano, o Murciano, o algo parecido, se llamaba. Tenía que volver a explicarle sus progresos.

Había vuelto a casa algo alterado (qué era lo que había pasado... ah, sí). Como la conversación con el tal Urbino lo había animado, se armó de valor y encendió de nuevo el ordenador. Esta vez nada de preguntas tontas. El técnico que vino a arreglarle el trasto le había cargado (dijo cargado, ¿no?) una serie de programas y le había apuntado unas instrucciones muy detalladas de qué hacer. Lo que no entendía es porqué dijo algo de que eran programas de piratas cuando no había calaveras, ni barcos, ni nada parecido...

Como era muy metódico, siguió las instrucciones al pie de la letra. "Pincha dos veces (muy rápido)la E azul. Escribe esta combinación de letras tan rara (cuánta W) en el cuadradito blanco de arriba de todo y, cuando te salga otro cuadradito blanco en mitad de la pantalla se rellenará solito con tus datos (se mosqueó un poco cuando Pitín le dijo que no tenía ningún imei y más aún cuando le dijo que su nif era Picio, pero lo dejó todo preparado sin hacer preguntas). Pincha en "entrar" y te saldrá una lista de canales (qué canales ni qué ocho cuartos, aquello era una lista de nombres sin sentido como "fiesta geek", "amigos de La Comarca" o "apocalipsis arcoiris"). Pincha donde quieras, preséntate y charla con la gente. Cuando encuentres a alguien que te cae bien le das tu imei y que te mande un privado (eso del privado sonaba bien pero lo único que entendió es que se empezaría a mover una especie de bolo verde que había en la esquina inferior de la pantalla). Y ya está".

Pitín había entrado en varios de esos canales y se había presentado. En algunos casos había hecho un resumen de su vida. En otras una detallada lista de sus gustos y aficiones. Por la pantalla se sucedían frases inconexas y ninguna parecían referirse a él. En uno de los canales, nada más entrar, alguien lo saludó con un inesperado "hola guapetón". Nuevos piropos y proposiciones poco honestas empezaron a sucederse por lo que decidió salir de allí rápidamente. ¿Pudiera ser que sólo por el nif lo hubieran reconocido? Pensó en abandonar, pero continuó, aunque de nuevo sin éxito.

Sus mayores logros los obtuvo cuando se limitó a escribir "hola". Recibió como cincuenta "holas" y ya nadie más le hizo caso. Pero era un principio. Orgulloso por su éxito y un poco cansado, decidió irse a la cama. Pero antes tenía algo que hacer. Aunque no recordaba bien... Sí. Ya lo sabía. Metió la mano en el bolsillo y sacó el móvil que había encontrado en el labavo de aquel bar. Su primera intención fue llevarlo a la barra y dejárselo al camarero pero en la puerta, y cuando aún decidía si respondía o no a la llamada, se había topado con la mujer de la limpieza que lo observaba con recelo. Se asustó y salió corriendo hacia la barra, pero en vez del camarero se encontró de bruces con una camarera. No podía recordar su cara pero se le había grabado en el cerebro su perfume: un sutil aroma de flores campestres, quizás violetas. Sin artificios pero embriagador. Debía salir corriendo de aquel lugar y así lo hizo.

Aún desde la cama podía sentir esa fragancia a violetas como si aún siguiera en el bar. Estaba claro que no debía volver allí. O quizás sí, pero con una bolsa de papel en la cabeza para que su físico no interfiriera en lo que podía ser una relaci... No, no. Ya volvía a las andadas. Nada de mujeres hasta que no encontrara a una que lo apreciaba por lo que era y no por su maravillosa sonrisa.

Se incorporó y se dirigió al despacho. El móvil seguía sobre la mesa. Recordaba que su intención antes de acostarse era apagarlo. Si se quedaba sin batería, al no conocer el pins, no podría volver a encenderlo y jamás encontraría a su dueño para devolvérselo. Por desgracia no conocía ese modelo y no encontró el botón adecuado. Ya se le ocurriría algo. Iría a una tienda a preguntar cómo se apagaba el trasto, o compraría un cargador adecuado. Quizás incluso se aventurase a toquetear por su cuenta unos cuantos botones, a ver si daba con la tecla de apagado. Ese espíritu aventurero le recordó que, antes de salir del chart, había descubierto un canal cuyo nombre le parecía sugerente. Debería entrar esa noche. ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. El club de las noches en vela. Sin duda aquel debía ser su lugar.

5 comentarios:

maps dijo...

Sin duda es el lugar exacto para Picio

Norma dijo...

Cual, maps??? Apocalipsis arcoiris??? XDDD

dalr dijo...

Bueno Norma, allí ha triunfado, y sin tener que encender la wescam. Pero vete tú a saber lo que se encuentra en el nuevo canal...

Norma dijo...

Cualquier cosa, desde luego, jajaj

Auror dijo...

A mi me han dicho que ese sitio de la vela esta muy bien, asi que ánimo Darl ;)))