lunes, 12 de marzo de 2007

La Gran Cascada del Born

Destellos de colores en un fondo negro, en el centro hay un puntito blanco, como una estrella solitaria. Todo es silencio excepto un suido sordo y palpitante.

¡Me ahogo!

¡Hay algo que me impide respirar taponándome la boca!

¡No puedo más!¡Socorro!

-“¡Cálmate! No pasa nada.”- alguien me habla.

No duraré mucho. No puedo respirar por la nariz por que llevo las gafas de buceo.

-“Respira de una vez, puedes hacerlo”- Es una voz femenina. Diría que es familiar, alguien que fue importante para mí, pero no la identifico.

No. No puedo. Las gafas me tapan la nariz y esto no me suelta la boca. Moriré.

-“No morirás. Usa la nariz por que no llevas nada en la cara, ni tan siquiera estas en el agua. ¡RESPIRAAAAA!”.

En ese instante, inspiro con todas mis fuerzas... El oxigeno invade mis pulmones para pasar al cerebro. Junto con él a pasado por mis fosas nasales, un aire... ¿un aire, cargado de un olor muy fuerte a violetas meadas por un gato?.

El puntito de luz blanca se transforma en una rendija que se va ampliando hasta formarse la imagen de una habitación que reconozco. Estoy en Barcelona, en mi cama. Es de día, no sé la hora.

Algo no va bien... ¡Continuo con eso obturándome la boca!

¡Maldito San Telmo Fueguino!¡Que hago yo mordiendo la almohada y babeándolo todo?! ¡Además que mal sabor tiene esto! ¡ puajjjj!

Hago el amago de levantarme pero solo queda en intento, por que al mover la cabeza, estalla una tormenta de dolor en su interior; Resaca. Creo que Ona, se paso con el Balalaica de anoche. Con uno solo y me ha tumbado.

¡Auuuuu, nooo. ¡Basta! ¡Qué alguien queme ese timbre, por Dios!!!

Por fin, logro ponerme de pie. Siempre en estos momentos, doy gracias a mi oído interno por hacerse cargo del timón, mientras el cerebro ha perdido la giroscópica. De este modo, no importa si caminas en línea recta o en bordadas largas, solo cuenta llegar a destino sin caerte. Pero pueden cruzarse arrecifes y escollos en la derrota del rumbo para estropearlo.

Al salir al pasillo, mi pie izquierdo golpea con fuerza la pata de la cómoda del pasillo. El porrazo añade a la tormenta ya formada en mi cabeza, un rayo veloz que sale de los machacados dedos hacia el centro mismo del dolor, contribuyendo a aumentarlo.
Además en el intento de no caer, y añadiendo más color al asunto, mi codo ha golpeado el canto de mármol de la culpable del castañazo.
Todo ello me provoca un vaciado de pulmones con un bufido, parecido al que uno hace después de un gran esfuerzo.

-Hola!, Alberto?¿Te encuentras bien? Necesito ayuda, puedes abrir? Soy yo, Nerea.

Nerea, Nerea... No sé quién es eres, bonita... pero ahora mismo creo que el necesitado es un servidor. Al levantar la cabeza, veo mi reflejo en el espejo del recibidor.
¡Mierda! ¡Iba a abrir la puerta, desnudo!

En una sucesión de imágenes, recuerdo que puse toda mi ropa, incluso el pijama, a lavarse. Y todo por ese maldito olor impregnado en el armario empotrado. Debo volver a limpiarlo y pintarlo de nuevo, o mejor, quemarlo.

Abro el primer cajón de la machaca dedos, para encontrar unos boxers blancos y... nada más. Otra vez la lavadora es poseedora del secreto, mi mono de mecánico tampoco esta “limpio”. Mi sentido del ridículo es nulo, pero prefiero transmitir la imagen de un capitán elegante y caballeroso. Así doy ejemplo a la tripulación de higiene personal, mental y... ¡Vaaale! También es para quedar mejor delante de las féminas.

Ahora, solo tengo que afrontar la situación con la mejor compostura y dignidad.

Dicen que las mujeres pueden leer las facciones de alguien e interpretarlas, en mi caso sé muy bien que mensaje transmite la cara de Nerea, a quién identifico al instante, al verme:

1- ¡Qué pedazo de cuerpo de dios griego que luce el tío!
2- ¡Mírale a los ojos, o si no notará que te fijas demasiado en esa cosa tan grande!
3- Pobrecito, pero parece que no le importa.

Debo reconocer a su favor, que esa expresión dura un milisegundo, después su cara vuelve a gesticular con naturalidad.

Sé el por que Nerea reacciona así:

Tengo 33 años. Mido un metro ochenta y tres centímetros. Gracias a las miles de horas de trabajos portuarios, mi cuerpo esta fibrado sin llegar a estar demasiado “cachas”. No nací siendo capitán, (Para ser Papá, antes hay que ser monaguillo), y yo he pasado por todo el escalafón. En este oficio, acabas por tener un bronceado perenne en todo el cuerpo, salvo lo obvio. Mi pelo es pelirrojo oscuro con difuminadas estrías plateadas por las canas. Lo llevo corto sin llegar a cepillo. Mi cara es simétrica con un mentón en perfecto equilibrio entre la cuadratura del circulo sin ser recto ni salido; Boca de labios sensuales y de dentadura blanca perfecta, acompañada de una nariz que proporciona al rostro una vista agradable, todo ello rematado por unos ojos grises azulados como el océano; E igual de cambiantes, acordes a unas cejas no muy pobladas y rojas. Como cerecita al postre, en mi brazo izquierdo llevo tatuada la Rosa de Los vientos, pero no marca el Norte sino el Sur. Y como extra, un arete dorado en la oreja derecha.

Ese soy yo, pero quién me ve el torso desnudo, solo se fija en mi cicatriz: Una marca de dos dedos de ancho que nace en el hombro derecho cruzando mi pecho hasta la cadera izquierda. Desde que la tengo, esa piel no se ha bronceado nunca más allá de un tostado leve.
Hace mucho que no le doy importancia, pero al principio no lo aceptaba, aunque nunca aprobaré la actitud de ciertos listillos. Como un comisario de averías, en El Callao, que en medio de una acalorada discusión, me dijo:

-”Parece que te hubieras pintado donde te debes poner el cinturón del coche, para no olvidarte”. A él no le gusto como le rompí la nariz con mi puño no pintado, para que no “olvidara” como tratar a la gente.

Un milisegundo después Nerea me dice:

-Hola... Al... Alberto, siento molestarte, pero se ha roto el grifo de la cocina y no encontramos la llave de paso.

-Es solo Albert, pero me conformo con Al. Es lo mínimo por presentarme en paños menores ante una dama. Dónde esta Alex?

-Tranqui, no importa, como en tu casa.- (mirada rápida hacía abajo y vuelta a los ojos)- En cuanto a Alex: le tengo con un cubo y un barreño, recogiendo el chorro grande que nos intenta inundar la casa. Sabes donde tienen la llave de paso estos pisos tan raros?

-Creo que si, pero haremos una cosa. Vuelve a la cocina de tu casa. Oirás un golpe en la pared. Seré yo, tranquila. Luego, cuenta hasta diez. Si el agua ya no sale, esta vez tú le das un golpe a la pared, pero si sigue chorreando dale dos golpes a la pared, ¿Ok?

-Por que no me dices donde esta y listos? Le sonrío y digo:

-Solo tienes que confiar en mi- me pongo con los brazos en cruz- No tengo nada que ocultar.- ahora sonrío un poco más, sin llegar a reír.

Ella se ríe.

-“Ahora vas a cambiar de cara otra vez cariño. Y sé que dirá esa preciosidad de rostro, sin ni tan siquiera verlo.”- Pienso para mí.

Cuando me giro para volver a entrar en “casa”, ella ve la segunda parte de la cicatriz: la línea continua desde el hombro derecho por detrás, hasta llegar en medio del omoplato, para quedar rematada por un cuadrado con cuatro huecos un poco profundos con forma de tuerca en cada esquina, hacía la altura de media espalda.

Nerea ahoga un suspiro, y enseguida se pone en marcha hacía la puerta de su casa.

Una vez dentro, al pasar por la peta dedos de los cajones, me acuerdo que en el segundo hay una sudadera que me presto un Alumno de puente y se le olvido de reclamarla al desembarcar. Es toda negra excepto un lema que dice así:

“Yo también pagué la Boda Real y tampoco he sido invitado”

Solo la uso como pijama cuando no queda más remedio. Voy a mi habitación, abro el armario empotrado maloliente, (¡Dios! Maloliente es poco)y saco junto con la madera que separa el colgador todos los cajones y los nombrados para mirar la parte de abajo del armario. Hay una pequeña tapa en el suelo, pero ninguno de los dos parece formar parte del mueble.

Necesito más luz, no puedo ver bien.

Cojo mi mechero de gasolina con un ancla dorada por lateral que guardo en la mesilla de noche y la navaja. Ahora ya se ve un poco mejor el asunto, con razón no es madera: El armario no tiene base, la tapa esta atornillada al piso, substituyendo una de las baldosas que cubren todo el suelo de la habitación.

A pesar de contar con la navaja, los cuatro tornillos se resisten. Uf... ya esta abierta, confirmo que dentro hay la válvula de paso de agua. Golpeo la pared y empiezo a girarla con mucho tiento, por que esta muy oxidada. Oigo un golpe procedente del otro lado de la pared, confirmando así, el fin de la emergencia. O al menos la causa.

Una vez devuelvo todo a su sitio me dirijo al piso de Nerea y Alex.
Voy armado con un cubo, una fregona y un rollo de papel de cocina.

Tendré que contarles que cuando me compre mi “casa”, su antiguo propietario me confeso que era “medio piso”. El otro se lo había quedado para alquilar y así poder pagar la hipoteca del piso nuevo adquirido por él.


4 comentarios:

dalr dijo...

Qué pasa? Que quieres ser más guapo que Picio? Ah, no! Eso sí que no! El papel de guapo oficial del barrio ya me lo pedí yo... Bueeeeeeno... Te perdono porque has arreglado el escape, pero que sepas que Picio es más guapo ;)

Blackjoker dijo...

Darl tranqui,afirmo que Picio es más guapo. Modestia a parte y sin ofender, pido para Albert ser el "sexyman" del grupo que no sexman,ojo.En toda novela que se valga hay sitio para mínimo, dos gentelmen o "galanes" de noches :-D

maps dijo...

No os preocupeis, que Urpiano no luchará por ese puesto. Grrrrr

Y cuidadito con Nerea.. marinerito, no sea que enfades a alguien.

Irene dijo...

jozú!