El reencuentro

La vida es así de simpática. Harto de esperar por los alrededores del Blue, al curioso tipo que supuestamente había encontrado su móvil, Asis decidió largarse. Estaba sudoroso, cansado y con un aspecto algo lamentable y deasaliñado.

Al pasar junto a la puerta de otro de los bares del lugar, se volvió sobresaltado por una brutal risa algo pueblerina. Y ahí estaba. Un tipo que encajaba al dedillo con la descripción que le dio la chica de la limpieza del BB, ¡y su móvil!. O al menos uno clavadito.

¿Pero y qué hacia ese tipo?. Se lo había pasado al dueño del bar y al parecer, de aquella risa brutal. Apretaban botones... ¡hasta se hacían fotos con él!.

Estaba a punto de entrar, pensando mientras que excusas iba a dar aquella gente, para demostrar que el móvil era suyo, cuando el guaperas pagó la cuenta y se dispuso a salir del bar. ¡Casi se lo lleva por delante!.

Iba a detenerle, cuando una enorme manaza se le posó en el hombro.

- ¡Chavaal, pos no llevo viéndote pasar por la calle too el día!. Je, je. Con la cara avispau que tienes, y el despiste que llevas hijo. Anda pasa pa dentro que te voy a dar un jamón que de bueno levanta a los muertos.
- Pe..perooo, oiga... que yo, pee..

Urpiano, de la mano en el hombro, pasó al brazo, y empujó al sorprendido y delgaducho Asis al interior de su bar.

Asis, finalmente, se revolvió del abrazo de oso, con muy mala leche, todo ahí que decirlo, y dejó a aquel sujeto con la palabra en la boca, y echando pestes sobre la maleducada juventud de esta generación y cosas así.

Salió corriendo a la calle, detrás de su móvil reencontrado, y ahora sí que chocó totalmente de frente y a lo bestia, con una chica joven. Cayeron al suelo de bruces, de mala manera. Se hicieron bastante daño. Él en la rodilla, y ella en el labio.

¡Era la camarera del BB!.