jueves, 15 de marzo de 2007

El sueño es vida

Trabajadores en la fábrica textilPitín era feliz. Tan feliz, que no se sentía Pitín. Quizás contriubía a esa sensación el hecho de que llevara esas ropas tan sucias y harapientas. Notaba el olor de su propio sudor pero no le molestaba. Principalmente porque había un aroma que se sobreponía sobre todos los demás. Aunque no la veía, sabía que ella estaba a su lado. Agarrada fuértemente a su brazo mientras con el puño en alto proferían gritos contra algo. Quizás contra alguien. Aquella fragancia de violetas inundaba el ambiente y transportaba a la muchedumbre que los rodeaba en dirección al edificio de piedra frente a la fábrica. Sí. Estaban en una fábrica y a su lado, aferrada a su brazo estaba la camarera del bar azul. ¿O no era ella? Tenia sus mismos ojos y su mismo aroma. Lo sabía sin verla. Como también sabía que no era ella. Pero le daba igual. La sensación de sus dedos alrededor de su antebrazo le daba fuerzas para guiar a la masa. No querían hacer daño a nadie. Pero tampoco iban a dejar que los siguieran explotando de aquella manera. No era una cuestión de las horas trabajadas ni del mísero sueldo. Era una cuestión de respeto. No eran máquinas ni animales. Y no querían ser tratados como tales. Algo en su interior le decía que el enlace del sindicato se había aliado con los del partido y éstos con el enemigo. Sí. El enemigo. El odio que le despertaba aquella figura que no podía ver era también algo personal. Él la acechaba. La perseguía a todas horas. Y aquella afrenta no podía quedar impune.

Carga guardia civilLa cosa se había descontrolado. De la nada habían salido unos alborotadores que no conocían, pero entre ellos, pese a no verlos, reconocía a gente del partido. Habían lanzado una piedra contra una ventana y, como si se tratara de una señal, unos policías a caballo cargaron contra los manifestantes. Se oyeron disparos y algunos compañeros cayeron a su lado. Estaban muertos, aunque no podía verlos ni recordaba habarlos visto nunca. Sin duda él ya no era Pitín, pero no había tiempo de pensar. Los caballos se precipitaban contra los compañeros dirigiéndolos hacia las oficinas. Era extraño. Cuanto más se acercaban a aquellas ventanas más compañeros caían cosidos a balazos a su alrededor. Entonces lo comprendió. Los disparon no provenían de la policía sino de las ventanas. Y lo buscaban a él. Instintivamente se abalanzó sobre lo que más quería en el mundo. Sí. La quería. Y sin duda escogió para abrazarla el momento adecuado porque en ese instante sintió un fuerte pinchazo en el costado. Lo habían alcanzado.

Sangrando abundantemente logró llegar a la puerta de la fábrica. Ahora era ella quien le ofrecía el hombro él quien se agarraba con las pocas fuerzas que le quedaban. Los disparos habían cesado pero los gritos seguían mezlándose con el ruido de los cascos de los caballos. No tenía miedo. Ella estaba a su lado, presionando la herida con sus manos mientras lloraba. "No te vayas" decía sin parar. No te vayas... ¿Dónde iba a ir? No quería otro refugio que sus brazos y allí encontró descanso. Mientras se besaban el dolor desapareció y ya no vio ni sintió otra cosa que aquel maravilloso olor a violetas.

El olor a violetas seguía aún en el aire cuando Pitín se dio cuenta de que estaba llorando, abrazado fuertemente a la almohada. No recordaba haber tenido un sueño así en toda su vida. Y como todos los días al despertarse, el olor a violetas seguía inundando su habitación pese a estar ya totalmente despierto. ¿O no lo estaba? Se llevó la mano al costado y la elevó sobre su cara. No. No había sangre. Se sintió un poco defraudado. Un balazo no le parecía algo tan malo a cambio de un instante con alguien que lo quisiese de aquella forma. No para fardar un rato con las amigas. No por poder decir que había estado con el chico más guapo de la clase. Sino por ser quien era y comportarse como se comportaba. Pitín empezó a sentir que quizás su problema no era ser tan guapo. O al menos no el más importante. El problema de Pitín era que jamás había hecho nada para ganarse el cariño de nadie. Le bastaba con ser guapo y, ahora empezaba a verlo, eso no era suficiente. No, al menos, para la chica del olor a violetas. Pero donde Pitín había fracasado, trinfaría Picio.

9 comentarios:

Irene dijo...

Qué chulo encontrar el amor en sueños, pero malo es el despertar y descubrir que sigue siendo Pitín xD
Ya echaba de menos la historia de Ona y el proletariado :O!

dalr dijo...

Es que con tanto lío de móviles nos estábamos olvidando del resto de hilos argumentales. El amor ha llegado a velaclub... aunque sea en sueños ;D

ESTEM dijo...

EL AMOR EN SUEÑOS ES LO MAS HERMOSOS QUE SIEMPRE PODRÁ EXITIR

Norma dijo...

Ohhhhhhhh, qué bonito!!!!!!

Ona ya no está sola frente al capital!!!! :)

Esta tarde reviso la historia (para no perderme) y sigo.

Muaks!!!!!

maps dijo...

snif, snif... que bonito es el amor...

dalr dijo...

Sí, sí... Muy bonito y todo lo que queráis, pero el que tiene un bujero en el pecho soy yo, no te j... :D

Norma, yo también le di un repasillo para no liarla. Ahora la historia está en tus manos.

Norma dijo...

La foto es pelín medieval, jajaja, pero qué más da!!! es tan bonita ;)

Pancho dijo...

Bonito blog, muy entretenido.
Soy un chileno beatlemaniaco, vividor a los 17 años...¿les gusta la musica sesentera rockera????

viva chilito!!! y este blog"!!!

dalr dijo...

Nos gusta la música sesentera, los Beatles y que la gente que nos visita nos diga cosas bonitas. Gracias gato!