miércoles, 18 de abril de 2007

La misión

Pitín estaba transformado. Se sentía otro. Algunos podrían pensar que el amor, esa sensación hasta entonces desconocida para él que era el amor correspondido, lo había cambiado. Y ciertamente se sentía más fuerte y había descubierto en sí una autoconfianza nueva. Para sus adentros hablaba de la propiedad transitiva de la confianza. Si él confiaba en Ona y Ona confiaba en él... debía confiar en sí mismo. Quizás no había cambiado tanto. Seguía siendo el mismo imbécil de siempre. Pero ahora era un imbécil confiado, lo que probablemente lo convertía en doblemente imbécil. Pero era lo suficiéntemente imbécil como para no darse cuenta de esto.

El hecho es que el amor no era la única fuerza que había obrado tantos cambios en su personalidad. Otra era el sexo. Jamás había tenido tanta actividad sexual y eso lo mantenía en un estado de continua euforia que le impedía darse cuenta de hasta qué punto estaba totalmente exhausto. Quizás no lo notaba porque estaba comiendo como una bestia. Le encantaba cocinar para Ona y sorprenderla con nuevas exquisiteces que acompañaba con lo mejor de su bodega. Así, entre manjares, sexo, vino y más sexo había terminado por perder la noción del tiempo.

El hecho de que Ona fuera a trabajar debió llamarle la atención de que, quizás, él debiera hacer lo mismo. Pero estaba demasiado ocupado pensando en el próximo menú y, por supuesto, en su misión. Sin embargo tampoco tenía de qué preocuparse (aunque no lo sabía). Pitín no era consciente de ello, pero en la oficina nadie lo había echado de menos. De hecho su ausencia había sido un alivio para los pocos que se percataron de que no iba a trabajar. El caso es que, sin que él lo supiera, la jefa lo había contratado con la esperanza de llevárselo a la cama. Pronto se dio cuenta de que era un inútil y dio orden de que no le encargaran ningún trabajo. Pero lo mantuvo en el puesto porque aún lo deseaba. Finalmente, harta de lanzarle indirectas que jamás pillaba y alguna que otra directa que tampoco lo hacían reaccionar se dio cuenta de que era la persona más simple que había conocido y perdió interés hasta en su cuerpo. Pero como todo el mundo en la oficina (todos menos Pitín) se había dado cuenta de que le tiraba los trastos y el otro pasaba de ella, creyó que si lo despedía podrían acusarla de acoso sexual, así que decidió dejarlo en su puesto (en definitiva, ella no pagaba las facturas y Pitín decoraba bastante más que los cuadros cuyo alquiler costaban a la empresa el equivalente a varios sueldos). Además, creía que si lo echaba todo el mundo sabría a ciencia cierta que no se lo había ligado y prefería que la gente tuviera dudas. Prefería que sus empleados la tuvieran por una loba que mantenía al amante inútil que por una mujer despechada que se deshace del hombre que la rechaza.

Como fuera, Pitín no pensaba en nada de eso. Tenía una misión que lo había obligado a mejorar sus capacidades informáticas. De vez en cuando metía la pata y lo desconfiguraba todo, pero había aprendido el arte de "reiniciar" e incluso el de "reinstalar". Cuando la liaba en exceso metía en el posavasos el CD de recuperación que le preparó el muchacho simpático del servicio técnico y listos. Además hacia copias de seguridad de todo. Que se bajaba un archivo de Internet, lo copiaba en un CD y listos. Que escribía un correo electrónico, copia a CD. Cientos de CDs, la mayoría con un único archivo, reposaban ordenaditos y perfectamente etiquetados sobre una estantería que había dedicado en exclusiva para tal fin.

Su obsesión con la misión era parte de su dedicación a Ona. Quería ser merecedor de ese amor que, intuía, era más de Salvador que de él mismo. Debía ganárselo y para ello tenía que convertirse en un auténtico revolucionario. Y el único modo que se le ocurrió de serlo fue la misión.

Se trataba de una misión difícil de definir. De hecho no sabía muy bien lo que hacía, pero teía claro que todo empezaba por encontrar respuestas. Y las respuestas estaban en la red y en aquel móvil. Cuando tomó consciencia de que su nueva vida necesitaba de un misterio que resolver pensó en investigar cómo sus sueños habían conectado con los de Ona. Pero cabía la posibilidad de que la respuesta fuera totalmente decepcionante y eso hiciera que Ona perdiera interés, así que prefirió buscar una misión menos personal. El único misterio que le quedaba por desvelar era el de ese extraño club de las noches en vela. Claro que antes de darse cuenta necesitó alguna pista. La primera fue sutil. Todo el edificio tembló mientras la onda expansiva destrozaba los vidrios de las ventanas. Si hubiera ocurrido cinco minutos antes lo habría atribuido a la fogosidad con que se estaba entregando a Ona pero en ese momento se encontraba en un entreacto que dedicaba a preparar deliciosos combinados a base de zumos naturales y destilados de importación para recuperar fuerzas. Luego supo que habían volado el Urpiano Bar.

Aquello resultaba algo sospechoso, y más aún el hecho de que al poco rato se reiniciara la actividad en el chat del club, a horas poco habituales. Toda la comunicación era en clave pero ya sabía lo suficiente para reconocer que hablaban de una conspiración. Temió que los miembros del Club hubieran puesto la bomba, pero pronto vio que ellos eran el objetivo. Y si ellos eran el objetivo... ¿por qué poner la bomba en el bar de su amigo? ¿Sería porque sabían que Picio pasaba mucho tiempo allí? Por si era responsable de lo ocurrido decidió no comentarle nada a Urpiano en las visitas que le hizo los días sucesivos.

En cualquier caso, había otra pieza que no sabía cómo encajar. En un momento determinado el chat empezó a dar problemas hasta que la sesión se cortó. En ese mismo instante el móvil que encontró en los lababos, el que aprendió a manejar con Urpiano, el que seguía conectado al cargador desde hacía días, empezó a vibrar. En la pantalla se leía claramente una palabra que, tras mucho pensar, le hizo atar cabos: VELA.

6 comentarios:

Norma dijo...

Jejejej, ya me parecía a mi que Ona hacía muy buena cara últimamente :D Qué bien que me la cuida Picio!!!!!!

Lo prometo, lo prometo, esta tarde me pongo a escribir!!!!!

Blackjoker dijo...

Aviso a los navegantes: os pido que de momento dejemos en pausa la parte de Albert y "Doc", hasta que escriba 2 posts para reajustar mi historia, os prometo escribirlos hoy (los dos). besos a todos.

Irene dijo...

uy, picio...no sabes en lo que te metes xD
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blackjoker ok, a ver si cuelgas hoy los dos también, estaría genial.

Norma dijo...

Estoy en mi historia, pero no puedo más... (no soy insomne de pro, lo reconozco :(
Mañana sigo, cuando me dejen, que el día se presenta lleno, aix!!!!

dalr dijo...

Norma no te preocupes. Además, a Ona le hace falta descansar un poco... ;)

Norma dijo...

Jajajaja, no sufras por ella, Dalr, que es joven ;)