miércoles, 2 de mayo de 2007

El idiota

Pitín se sentía de nuevo el Pitín de siempre. Picio había pasado a mejor vida. Seguía en el suelo, hecho un ovillo, llorando como un niño pequeño. La espalda y la pierna le dolían muchísimo, pero eso no era lo que lo hacía llorar. Era aquella mirada. Ona lo había mirado primero con desconcierto y luego con ira. Por no hablar de soberana paliza que le había dado... Por un instante se sorprendió pensando en lo guapísima que estaba cuando se enfadaba y cómo le gustaba ese carácter explosivo. Pero fue sólo un instante. Ella lo odiaba. Lo odiaba por haber desconfiado de ella. ¿O acaso era por haberlo traicionado al ir a ver a Urpiano?

Se levantó con enormes esfuerzos. Urpiano lo miraba riendo entre dientes.

- Menuda hembra te has buscao, compadre. Es de armas tomar... ¿Por eso me decías que tuviera cuidao con ella? Pero si cuando le miro el pandero lo hago con mucho disimulo...

Cierto. Había ido al hospital a avisarlo del peligro que corría. Había entrado corriendo en la habitación y, sin darle tiempo a abrir la boca, le gritó que debía marcharse, que su vida corría peligro. Le contó con todo lujo de detalles lo que había descubierto. Por contar, incluso describió minuciosamente sus últimos encuentros con Ona (por primera vez tenía un amigo y estaba descubriendo el placer de contarle las hazañas amorosas, aunque no viniera a cuento...). Mientras tanto, Urpiano sonreía sin decir nada.

- ¿Pero no te das cuenta de lo que te digo? Estás en peligro. ¡Debes tener muchísimo cuidado!

Urpiano se quitó unos auriculares sin dejar de sonreir.

- Perdona pero es que estaba probando el aipos este y no te he entendido na de na. ¿Que tenga cuidado con qué?

- ¡Con Ona! ¡Debes tener mucho cuidado con Ona!

En ese instante su amor había aparecido y... Dios, menuda pierna tenía la condenada. Aquel patadón en las costillas era digno del mismísimo Puskas.

- Te decía que corres peligro, y probablemente ahora más que nunca. Ona. Creo que es una asesina. Augusto está muerto y van a por todos los miembros del club.

- ¿Qué sabes tú de eso, criatura?

Quien hablaba no era Urpiano, que ahora escuchaba pensativo, con la boca abierta. En la puerta estaba la mujer de la limpieza del Blue Bar.., y del Urpiano. Había tropezado con ella la primera vez que entró al Blue, cuando encontró el móvil. Ona le había dicho que se llamaba Esmeralda. O Gema. Alguna piedra.

- ¿Qué sabes del club?
- ¿Y tú que sabes del club?, preguntó Urpiano.

Gema estaba confusa, pero finalmente les contó lo que sabía. Un ex novio suyo le había hablado del Club y la había enviado a una misión relacionada. Sabía que andaban detrás de algo importante y, según decía, quería protegerlos. Para eso necesitaba información de todos ellos y le había pedido que hiciera una serie de gestiones para tenerlo todo preparado. Se suponía que varios miembros del club se reunirían en el Blue Bar coincidiendo con el antikaraoke y ella debía colocar unos aparatos para, según le explicaron, evitar que hicieran estallar ninguna bomba por radio. Además le había dado una información que sólo podía entregar a alguien que dijera un santo y seña rarísimo. A ella todo le sonaba a chino así que hizo lo que le contaron con todo detalle. El asunto es que sabía que una de las camareras estaba en el ajo, pero no sabía quién.

- Entonces seguro que es la tuya -dijo Urpiano al fin- porque la otra es Nerea y con ese salero que tiene no puede ser una traidora.
- Ona tampoco es ninguna traidora.
- ¡Eh, eh! Que el primero en acusarla has sido tú...

Pitín estaba hecho un lío. Había algo extraño en todo aquello, pero en el fondo sabía que Ona era buena. Al fin Gema puso algo de cordura.

- Vamos a recapitular a ver si nos enteramos. Tú, guaperas. ¿Qué sabes del club?
- Pues poca cosa. Lo encontré por casualidad en Internet y he descubierto que luchan contra una extraña compañía que intenta hacerse con tecnología peligrosa. Algo de un virus importantísimo y de cacharros para controlar la mente. Si esa tecnología existe de verdad, supongo que pueden estar manipulando a cualquiera...

Se hizo un silencio. Todos se miraron detenidamente, como si se analizaran. Todos eran sospechosos. Incluso llegaron a sospechar de sí mismos. Como tanta sospecha requería de un ejercicio intelectual para el que estaban poco entrenados volvió a ser Gema la que puso las cosas en su sitio.

- Vale. Pues si controlan los celebros y todos somos sospechosos, me parece a mí que o nos liamos a mamporros o nos unimos para sacar algo en limpio. A ver Urpiano. Tú qué sabes.
- Pues poca cosa. Cuando me hice millonario con lo de la pirámide ya sospeché que había gato encerrado. Al poco tiempo recibí un mensaje que me decía que podía hacer lo que quisiera con la mitad de la pasta siempre que utilizara la otra mitad para ayudar al club sin hacer preguntas. Y desde entonces es lo que he hecho. He organizado alguna que otra reunión y he hecho la vista gorda cuando sacaban y metían dinero de mi cuenta. Mientras no tocaran mi mitá...
- Vamos a ver -dijo Pitín-. ¿Entonces no sabes nada de las actividades del club?
- Na de na. Ni quiero saberlo. Me he acostumbrado al jamón del bueno y a esos vinillos que tanto te gustan y no pienso hacer nada que me obligue a volver al tintorro.

Estaban en un punto muerto. Lo único claro era que debían ir a ese antikaraoke. Allí se descubriría todo el pastel. Pero a Gema todavía le quedaba una duda por resolver.

- Lo que me tiene mosqueada es lo de la camarera. Vale que nos pueden haber trasteao el celebro. ¿Pero tú por qué sospechas de Ona? ¿No se suponía que era tu novia?
- Es verdad, con tanta historia se me había olvidado. Es que creo que es miembro del club. Yo tenía un móvil con una clave de un tal SISA que parece que era importante para el club y de repente me dieron el cambiazo y en el nuevo móvil la clave que aparecía ¡era de ONA!

Urpiano empezó a toser. Cuando se recuperó estaba partiéndose de risa.

- Pero cómo se puede ser tan zoquete... ¿Es que no te has dao cuenta que en el chas del club todos los nombres están al revés? Ese móvil que tienes es el mío, alma de cántaro.
- Pero... Tú eres Ona?
- Ona no. ANO. Urpi-ANO. A ver si te crees que voy a escribir ONAIPRU cada vez que tengo que mandar un mensaje... Este chico es tonto de remate...

Efectivamente, Pitín era tonto. Un auténtico idiota. Había sospechado de la mujer de su vida por algo que había encontrado en un teléfono que ella jamás había tocado. Y que además era de uno de los buenos. Visto ahora todas las pruebas le parecían absurdas pero es que eso de sentirse listo e ir ligando cabos le estaba gustando tanto... Si lograba recuperar a Ona, prometía no volver a pensar nunca más. Se le daba mejor a ella. Pitín se dedicaría a lo suyo: la casa, la cocina y la cama. Era lo único para lo que servía. Y si no la recuperaba... miró a la cama que había junto a Urpiano. La ocupaba un hombre que llevaba meses en coma. De vez en cuando soltaba un gruñido o un bufido, pero nada más. Luego seguía quieto, como si estubiera dormidito. Hipólito Anselmo de Erice Sistiaga, se llamaba. HADES... Buf. Ya lo estaba volviendo a hacer. Nada de pensar. Nada de pensar. Idiota, idiota, idiota.

4 comentarios:

dalr dijo...

Bueno. Creo que la cosa va avanzando. Cuál será la camarera infiltrada? Llegará a celebrarse el maldito antikaraoke? El capi será capaz de ligar su historia con ésta? Recuperará Asís alguno de los cachivaches con los que empezó la historia? Será capaz Picio de decir algo con sentido? Lo perdonará Ona? Todo esto, y mucho más, en el próximo capítulo de... El club de las almas en pena. O algo así.

Norma dijo...

Qué intriga!!!! Ni Hitchcock!!

Irene dijo...

"Como tanta sospecha requería de un ejercicio intelectual para el que estaban poco entrenados ..."
jajajaja :_)
"El club de las almas en pena" :_)
Me gusta mucho que haya intriga y humor.

maps dijo...

Está claro quién es el tonto del pueblo... Pero esto cambiará pronto... muy pronto.